Suficiente
Trato
de enfocar la mirada en el límite entre la ciudad y la montaña. No quiero
regresar, no estoy lista. No estoy lista para volver a la agobiante rutina. Un breve
escape no es suficiente, no son suficientes unas cuantas horas para despejar
toda esta bruma.
Miro
la sonrisa de mi hermana al nadar, cómo contempla el agua, las montañas y las
aves. Les contempla con las cuatro patas sumergidas en la presa y con el viento
acariciándole el rostro gentilmente. Quién fuera ella, tan simple y
despreocupada. El sonido del agua se mete por mis oídos y me acaricia el
cerebro con sus ondas. Cierro los ojos y sonrío, pues me encuentro en este
lugar con mis dos mejores amigos, los que más amo.
Me encuentro
tan a gusto y siento que no es suficiente. Entonces, ¿qué es suficiente? Suficiente
sería poder caminar hacia el agua y no parar. Caminar hasta sumergirme completa,
caminar hasta llegar al fondo del lago frío y turbio, llegar al fondo y vivir
ahí. Vivir en el fondo con los peces y los moluscos. Salir únicamente a bañarme
con la luna y a saludar a los pelícanos y las garzas. Eso sería suficiente y
talvez llegaría al fondo para darme cuenta de que me sigue faltando algo.
Comparto
instantes con mi hermana y unas vacas que pasaban por ahí. Pareciera que
conversamos entre todas con las miradas. Mi hermana se encuentra cara a cara
con la inocente fragilidad de una ovejita muy joven. La mira y la huele
frenética, no cree lo que ven sus ojos, no acaba de comprender qué es este ser
nuevo para ella. Me inclino para brindarle una caricia, la recibe inmóvil.
Acaricio su pequeño cráneo y su escuálido lomo. Puedo sentir sus costillas y
sus vertebras.
Guardo
todos estos instantes en mi mente y en mi alma. Son un suspiro de calma para mi
corazón. Un suspiro que no es suficiente, pero llena mis pulmones para seguir
pataleando en esta laguna de incertidumbre con rayos de dicha y plenitud reflejados
en las ondas.
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