Ernest Hemingway fue uno de los escritores más
reconocidos del siglo XX y de la literatura contemporánea, sin embargo, a pesar
de gozar del éxito y de haberse hecho acreedor de importantes premios, entre
los que destaca el Nobel, su vida resultó no ser un sueño como la gran mayoría
de la gente creía. Si bien el escritor daba la apariencia de ser alguien satisfecho
con sus logros, la verdad no pudo estar más alejada. Fue una mañana que este
polémico personaje decidió dejar este mundo con su escopeta en la mano y su nombre
en las cumbres.
Probablemente el hecho más triste después de la noticia
fue la reacción de sus familiares, los cuales no pudieron aceptar con facilidad
el hecho de que su muerte se haya tratado de un suicidio. Simplemente no podían
imaginar que a una persona como Hemingway pudiera cruzársele aquella solución por
la mente. Incluso, en la negación del momento, su última esposa testificó a las
autoridades que se trataba de un accidente y no de la causa evidente que sólo
ella no podía ver. Tomó años de terapias, sumadas
con la presión mediática, para que finalmente la familia asumiera la naturaleza
de su deceso.
Ernest Hemingway era la perfecta representación del
estereotipo más perseguido y envidiado de la época, tenía fama y reconocimiento,
una vida acomodada, vivía al límite y podía tener a su lado a cualquier mujer
que el deseara. Era un escritor prodigio. Las personas que lo rodeaban
aseguraban que en el exterior nunca demostró tener problemas emocionales, sin
embargo, lo cierto era que desde la infancia arrastraba con diversos problemas
relacionados con traumas originados durante esa etapa. Aún con estas
afirmaciones, contrario a lo que se creía en un inicio, ahora con las investigaciones
en torno a su vida, no se puede decir que sabía pretender de manera plausible,
todo lo contrario.
Hemingway era autodestructivo, llevaba al límite sus excesos,
no es de extrañar que fuera un fanático de un consumo no regulado del alcohol. Llegó
a participar en tres guerras, en la Primera Guerra Mundial como conductor de ambulancia,
una experiencia en la que resultó herido, así como en la Guerra Civil Española y
en la Segunda Guerra Mundial como corresponsal. Ernest no daba la impresión de
ser alguien que cometiera suicidio, en sus libros siempre condenó esta salida,
sus personajes a menudo se enfrentaban a la muerte con valentía para salir
victoriosos. Por eso resulta irónica la manera en la que este autor murió.
En un estudio llevado a cabo por un psicólogo, se dio a
conocer que los probables traumas que sufrió a causa de sus progenitores, entre
los que destaca el hecho de que su madre lo vestía de mujer y su padre se haya
suicidado, fueron el desencadenante de diversos cuadros depresivos. Pese a que
Hemingway recibía terapia de electrochoques periódicamente, estos no hicieron
ningún cambio por lo que, para el final de su vida, el escritor ya se
encontraba hundido profundamente, incluso la inspiración para escribir lo había
abandonado. El suicidio fue quizá la única resolución que concibió para darle
paz. Independientemente a su trágica muerte, gracias a su talento y obra, Ernest
Hemingway permanecerá como uno de los mejores escritores que el siglo XX haya
podido tener la oportunidad de presenciar.
-Melissa Fuentes
Comentarios
Publicar un comentario