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La vida en el bosque de una familia Mexico-Estonia-Americana


“The leaves have started to open up on the leaves, birds have come back from the south, flowers have started to bloom and the grass is all of a sudden GREEN.”
Aiste M.P.


Chalis observa nervioso el denso bosque a través de la ventana de su cabaña, recientemente dejó de vivir en la ruidosa ciudad de Phoenix, Arizona en EUA, para establecerse en el boscoso y apartado país nórdico de Estonia, lugar de origen de su esposa y como cualquier recién llegado, lo asalta la ansiedad del silencio, el aislamiento e incierto porvenir para su familia, completamente alejados de sus conocidos, separados de ellos por un océano de distancia, en otro continente, donde deben adaptarse a su nueva vida en el bosque.

Mi tío Chalis, mejor conocido en mi infancia como El tío Nene, por ser el hermano menor de mi mamá, quince años más joven que ella, fue el sexto hijo de mis abuelos maternos, cuando él tenía solo quince años su mamá falleció de cáncer, aunado a esa gran pérdida, en menos de un año su papá (mi abuelo) se casó con una de esas madrastras terribles, la que ya tenía varios hijos más grandes que mi tío, por lo que, estando es esa casa, sufrió humillaciones de todo tipo solapadas por su propio padre. Así que, como todos sus hermanos y hermanas ya tenían sus propias familias, él aceptó la invitación de su hermano mayor de irse “de mojado” a USA. Entonces mis tíos cruzaron la frontera, llegaron a Arizona y vivieron los primeros meses en una granja de perros de pelea, donde casi no los alimentaban y los exponían a muchos peligros, hasta que un día, un amigo de ellos, a quien le decían El cachorro, los rescató y llevó a su vivienda, la cual compartía con numerosos indocumentados, la mayoría de los cuales eran drogadictos y alcohólicos, mientras mi tío Chalis trabajaba de dish-washer en un restaurante y terminaba la secundaria. Fue en un restaurante donde conoció a su compañera de vida: Aiste, una rubia estonia, también indocumentada que trabajaba de mesera en el mismo establecimiento. Tiempo después se casaron y luego tuvieron a su único hijo: Ain. En ese entonces mi tío estudiaba la universidad y seguía trabajando en un restaurante. Cuando Chalis terminó la escuela, Aiste ya estaba legalizada, hechos que pensó le asegurarían resolver su estatus migratorio, pero no fue posible, debido a que él trabajó con un nombre falso y estudió con su verdadero nombre por más de 15 años. Así que, dos años después de terminar la universidad, sin esperanzas de conseguir un empleo de su carrera, Chalis, Aiste y Ain migraron a Estonia para iniciar una nueva vida.

Al país báltico mi tío logró ingresar mediante la aceptación de la universidad de Tallín para estudiar una maestría becada. Así, durante dos años, mi tío estudiaba, mientras Aiste daba clases de inglés en una preparatoria. Fue así que empezaron a vivir en una abandonada y antigua casa de la familia de Aiste, sumergida en el bosque de la china, como suele llamarle mi tío. El choque cultural y espacial fue muy fuerte para mi tío, pues acostumbrado al alboroto de la gran ciudad de Phoenix, se sentía perdido al observar la profundidad del bosque que se asomaba a su ventana. Completamente rodeados de pinos y con sólo una vecina a un kilómetro de distancia, se sentían algo perdidos porque volvieron a empezar desde cero, desde arreglar poco a poco una casa infestada de arañas, conocer las costumbres del pueblo hasta entender la dinámica del país. Fue en este lugar donde esta familia multicultural se puso en contacto con la naturaleza, pues empezaron a sembrar sus propias flores y hortalizas, construyeron sus propios caminos y aprendieron a respirar el aire puro, disfrutar de los sonidos de los animales y el viento. Ahora Ain corre y juega durante horas en ese jardín inmenso que rodea su casa; explora, juega con sus amigos y con su gato; es un niño feliz, sociable, simpático, libre, listo y muy sensible a los sentimientos de los animales. Viven en una sociedad ampliamente relacionada con la naturaleza, pues las autopistas de la pequeña ciudad de Tallín tienen puentes de uso exclusivo para los animales del bosque, para que puedan cruzar de un lado a otro, de esta manera tratan de afectar lo menos posible el ecosistema. Incluso al viajar en automóvil por sus carreteras, se pueden observar cigüeñas en sus nidos, que construyen en las cimas de los postes de luz. También es frecuente que saliendo de sus casas se encuentren con familias de ciervos, a quienes suelen llamar bambies.

El país tiene una población limitada, la cual trata de ser autosustentable en su alimentación, pues en sus casas cuentan con invernaderos donde siembran sus hortalizas. También separan su basura, todos los desechos elaborados a base de papel o cartón los usan como combustible de sus hornos o chimeneas.  La familia de mi tío recolecta fresas silvestres de la parte trasera de una especie de bodega a la que llaman The cat house (pues ahí suelen dormir los gatos que ellos han adoptado), y adornan sus casas con flores recién cortadas del jardín.  Por otro lado, durante el crudo invierno, el gato le teme al hielo, así que mientras haya nieve, nunca sale de la casa. Mantener la temperatura mínima para sobrevivir es difícil, pero el paisaje es un sueño; asomarse a la ventana te transporta directamente a los bosques encantados de Narnia. Y al final del invierno, cuando la leña casi se agota, todos ansían volver a ver las coloridas flores abrir sus capullos, escuchar el canto de las aves y observar el intenso verdor de los pastos y árboles.

Ese niño que nació en México hace 40 años, ahora convertido en padre de familia, disfruta de ver crecer libremente a su hijo rodeado de bellezas naturales de las que aprende todos los días a ser una mejor persona: observador,  sensible al medio que lo rodea y sin ataduras materiales. Chalis ya no piensa volver a México, pues aunque tiene algunos recuerdos hermosos de su infancia, después de la muerte de su madre, no volvió a sentir el calor de un hogar ni a sentirse en familia, hasta que edificó la suya con Aiste y Ain. Tampoco le teme al aislamiento del bosque, pues se convirtió en su hogar, el lugar que lo protege a él y a su familia. El bosque le ha dado la paz, la armonía, la seguridad, la tranquilidad y la libertad que buscó por tantos años y en tantos lugares, y que lamentablemente no pudo encontrar en su propio país.


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