Somos hermosos pedazos de carne diseñados para ser admirados nunca probados.
Durante la revolución y la integración variada de personajes femeninos en el cine, se rompieron estereotipos y se crearon otros como consecuencia. Surgieron historias interesantes y plantillas narrativas que más tarde pasaron a convertirse en uno de los cientos de clichés. La imagen femenina adquirió profundidad y protagonismo a una velocidad bastante lenta pero con repentinos golpes tan contundentes que marcaban un gran paso para la cinematografía.
La inclusión femenina al cine representaba un reflejo de los movimientos sociales entonces sucedidos: La lenta inclusión laboral, el derecho a votar, la educación, la libre decisión de matrimonio etc. Y no fue de extrañar el hecho de que miles de espectadores vieron con buenos ojos la presencia femenina como una buena estrategia de publicidad y entretenimiento revolucionario.
Durante la mitad y finales de los 60 surge un nuevo modelo narrativo femenino que fue retomado de los años 30 pero que solo entonces adquirió tal popularidad y que incluso hoy en día es posible enumerar cientos de filmes con la misma estructura. Se trata de “la mujer a la que el hombre intenta modelar” la clásica historia del “patito feo” donde un par de hombres apuestan sobre una mujer poco educada o con poca belleza a que ellos podrán modelarla hasta convertirla en todo lo contrario. Hoy en día es una trama Cliché que todos conocemos y donde actualmente ambos sexos pueden modelarse entre ellos o viceversa, sin embargo, todo comenzó como el sueño de la mujer perfecta que necesitaba ser moldeada por el hombre y para el hombre, al puro estilo Frankenstein, como contrario a lo que iba sucediendo socialmente con los derechos de la mujer; una medida absolutamente desesperada por retroceder el avance social y volver al celo doméstico.
Durante la mitad y finales de los 60 surge un nuevo modelo narrativo femenino que fue retomado de los años 30 pero que solo entonces adquirió tal popularidad y que incluso hoy en día es posible enumerar cientos de filmes con la misma estructura. Se trata de “la mujer a la que el hombre intenta modelar” la clásica historia del “patito feo” donde un par de hombres apuestan sobre una mujer poco educada o con poca belleza a que ellos podrán modelarla hasta convertirla en todo lo contrario. Hoy en día es una trama Cliché que todos conocemos y donde actualmente ambos sexos pueden modelarse entre ellos o viceversa, sin embargo, todo comenzó como el sueño de la mujer perfecta que necesitaba ser moldeada por el hombre y para el hombre, al puro estilo Frankenstein, como contrario a lo que iba sucediendo socialmente con los derechos de la mujer; una medida absolutamente desesperada por retroceder el avance social y volver al celo doméstico.
Una crítica a dicho tipo de historias fue el filme “Las mujeres perfectas” (2004) basada en la novela de Ira Levin. Aunque es una adaptación no muy acertada, tiene buenos puntos a favor pues nos es expuesta la idea del hombre que quiere modelar a la mujer a niveles extremos, convirtiendo a las mujeres en robots sin voluntad ni pensamiento, siempre de aspecto impecable y sucumbidas al poder de un control remoto que solo los hombres manejan ante el miedo de mujeres inteligentes e independientes. La crítica es clara y buena y es que a pesar de lo moderna que sea la sociedad o llegue a serlo, el sueño masculino de la mujer perfecta no desaparece y siempre busca materializarse.
Gran parte de los filmes de los sesenta mostraban personajes femeninos cómicos, una caricatura adaptada para enfocar toda la atención a el protagonista y al mismo tiempo proporcionar un alivio narrativo en la trama; de ello se origina la popularidad de mostrar a una pareja protagónica en la pantalla grande compartiendo créditos, sin embargo, la estética femenina y banal aún era un factor sobresaliente además de una personalidad altamente dulce o trabajada a extremos idealistas. Y es que sorprendentemente la crudeza en la mujer y un pensamiento frio era un tabú cinematográfico que no prometía ser un éxito en taquilla por lo que arriesgarse era una decisión prometedora , o bien, catástrofe.
Gran parte de los filmes de los sesenta mostraban personajes femeninos cómicos, una caricatura adaptada para enfocar toda la atención a el protagonista y al mismo tiempo proporcionar un alivio narrativo en la trama; de ello se origina la popularidad de mostrar a una pareja protagónica en la pantalla grande compartiendo créditos, sin embargo, la estética femenina y banal aún era un factor sobresaliente además de una personalidad altamente dulce o trabajada a extremos idealistas. Y es que sorprendentemente la crudeza en la mujer y un pensamiento frio era un tabú cinematográfico que no prometía ser un éxito en taquilla por lo que arriesgarse era una decisión prometedora , o bien, catástrofe.
-Cronos-
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