Si
bien la depresión no era una característica que definiera con plenitud la vida
de Paganini, vale la pena abordar a este emblemático personaje que sirve de
proyección para las creencias y estereotipos predominantes de la sociedad de su
época. Conocido por muchos como “El violinista del diablo”, Niccolò
Paganini logró convertirse en uno de los músicos más reconocidos y estudiados
de todos los tiempos. Famoso por un mito infundado que no hizo más que acrecentar
su popularidad e inundar su imagen de misterio, era poseedor de un talento
aparentemente inexplicable con el que le brindó al mundo de la música un legado
del que es imposible prescindir.
A
partir de la tierna edad de cinco años Paganini ya mostraba potencial para
perfilarse, si bien no como el mejor músico, si uno lo suficientemente decente
para sobresalir. Su padre, quien convenientemente era músico, al percatarse del
talento de su hijo, le enseñó todo cuanto él sabía, y cuando esto no fue suficiente,
hizo todo lo posible para que tuviera los mejores instructores. De este modo,
con tan sólo nueve años de edad, Paganini dio su primer concierto, en el que
además interpretó una pieza compuesta por él mismo.
El
reconocimiento vino a consecuencia del tiempo que empleaba en practicar, y es
que se dice que, a manera de leyenda urbana, podía pasar días sin dormir y
comer por tocar sin parar. Antes de los veinte años ya era un violinista aclamado
y altamente solicitado. Este hecho de alguna forma lo abrumó al no poder lidiar
con su creciente fama por lo que, en un intento de escape, encontró refugio en
la bebida, sin embargo, no pasó mucho tiempo antes de que recapacitara y la
dejara. Así dio comienzo a una serie de conciertos alrededor de Europa que lo
hicieron acreedor de un puesto como director musical en la corte de Elisa Bonaparte,
hermana de Napoleón.
A
pesar de gozar del éxito, Paganini cayó en una depresión de la que poco se sabe
pero que fue lo suficientemente seria como para alejarlo de los escenarios por
varios años, hasta 1824. Al regresar, el músico demostró una vez más la habilidad
que construyó a través de los años, para tocar el violín. Era tan extraordinario
que el público, después de escucharlo, a menudo aseguraba sentirse bajo un hechizo.
Paganini era incluso capaz de tocar una pieza completa con una sola cuerda del violín,
y dar el efecto de varios violines más acompañándolo.
No
es sorpresa que alrededor de su imagen comenzaran a instalarse diversas especulaciones
que lo vinculaban con pactos con el diablo, la venta de su alma o ser la misma
encarnación del demonio. En una época en la que todo tendía a estar vinculado con
la religión, era de esperarse que un individuo con sus cualidades fuera capaz
de atraer todo tipo de mitos descabellados que no hacían más que presuntamente confirmarse
con su apariencia inusual. Paganini era descrito como un hombre alto, delgado y
pálido que a pesar de su edad daba la impresión de tener más años de los que realmente
le correspondían. Sin embargo, hoy en día se sabe que todas aquellas supuestas
pruebas, no eran más que producto de las diversas condiciones que aquejaban al
artista.
-Melissa Fuentes
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