Las personas somos más que sólo individuos, tenemos una gran propensión a explorar el exterior, compartir, y sobre todo, a conectarnos con los demás. Esta esencia que nos lleva a generar lazos tanto familiares como profesionales es nuestra capacidad de formar estructuras sociales. Está en nuestros genes, está en nuestra capacidad de desarrollarnos, y sobre todo en nuestra manera de relacionarnos. Cada acción que emprendemos, cada gesto que tenemos, es un paso más hacia la comprensión social, y ciertamente mientras más trabajemos en nuestras emociones y tacto con los otros podremos progresar en metas comunes.
La esfera o estructura social más básica es la familia, ella comprende a los progenitores, en algunos casos a los hermanos y más específicamente a tíos y demás familiares indirectos. Dentro de ella se aprende a procurar a otros individuos, se trata con diferentes perspectivas de la vida y se trata con distintas interpretaciones de sucesos diarios; lo que nos brinda la oportunidad de intercambiar experiencias y sabiduría acerca de lo que nos interesa, nos gusta y nos disgusta. Además de que es el preámbulo de las siguientes etapas en el proceso social, es la preparación para integrarnos a esferas más complejas y también para tener relaciones más elaboradas.
Posteriormente se construyen esferas más especializadas, es decir se siguen estructuras sociales que marcan el desarrollo de procesos culturales, como la educación académica, los espacios recreativos, y hasta escenarios laborales. Todos ellos significan diversas actividades que propician el crecimiento tanto individual como colectivo, y crean colaboración hacia metas comunes ya sean enfocadas a un tema en particular o general y ayudan a resolver problemas que amenazan la integridad de todos.
Las esferas sociales avanzadas como las instituciones académicas, deportivas, artísticas y laborales sirven de nexo entre la familia y otras personas de la sociedad; se comienza haciendo amistades, ya sea en la escuela o en grupos recreativos: clubes deportivos, talleres, juegos vecinales, etc. Además se trabaja la empatía, al reflexionar en los sentimientos e ideas de los demás, en la solidaridad en la cooperación para fines compartidos, en la tolerancia en la búsqueda de comunión con desconocidos, y en la flexibilidad en la adaptación y asimilación a situaciones extrañas.
Finalmente, nos hallamos ante la posibilidad de ir conociendo a posibles parejas, compañeros de trabajo, y eventualmente formar nuestra propia familia y amigos, si bien no todas las relaciones tienen éxito o son enfocadas a un área íntima de nuestro ser, muchas consiguen triunfar en aspectos simples pero importantes, salud, bienestar, convivencia, y estabilidad, así como otras son ejemplos dignos de gran admiración por el mundo entero: grupos de trabajo científico, artistas, relaciones famosas y deportistas ejemplares. Sin lugar a duda, cada etapa de la formación social implica cambios y distintas cualidades, por lo que las relaciones son únicas y especiales.
La esfera o estructura social más básica es la familia, ella comprende a los progenitores, en algunos casos a los hermanos y más específicamente a tíos y demás familiares indirectos. Dentro de ella se aprende a procurar a otros individuos, se trata con diferentes perspectivas de la vida y se trata con distintas interpretaciones de sucesos diarios; lo que nos brinda la oportunidad de intercambiar experiencias y sabiduría acerca de lo que nos interesa, nos gusta y nos disgusta. Además de que es el preámbulo de las siguientes etapas en el proceso social, es la preparación para integrarnos a esferas más complejas y también para tener relaciones más elaboradas.
Posteriormente se construyen esferas más especializadas, es decir se siguen estructuras sociales que marcan el desarrollo de procesos culturales, como la educación académica, los espacios recreativos, y hasta escenarios laborales. Todos ellos significan diversas actividades que propician el crecimiento tanto individual como colectivo, y crean colaboración hacia metas comunes ya sean enfocadas a un tema en particular o general y ayudan a resolver problemas que amenazan la integridad de todos.
Las esferas sociales avanzadas como las instituciones académicas, deportivas, artísticas y laborales sirven de nexo entre la familia y otras personas de la sociedad; se comienza haciendo amistades, ya sea en la escuela o en grupos recreativos: clubes deportivos, talleres, juegos vecinales, etc. Además se trabaja la empatía, al reflexionar en los sentimientos e ideas de los demás, en la solidaridad en la cooperación para fines compartidos, en la tolerancia en la búsqueda de comunión con desconocidos, y en la flexibilidad en la adaptación y asimilación a situaciones extrañas.
Finalmente, nos hallamos ante la posibilidad de ir conociendo a posibles parejas, compañeros de trabajo, y eventualmente formar nuestra propia familia y amigos, si bien no todas las relaciones tienen éxito o son enfocadas a un área íntima de nuestro ser, muchas consiguen triunfar en aspectos simples pero importantes, salud, bienestar, convivencia, y estabilidad, así como otras son ejemplos dignos de gran admiración por el mundo entero: grupos de trabajo científico, artistas, relaciones famosas y deportistas ejemplares. Sin lugar a duda, cada etapa de la formación social implica cambios y distintas cualidades, por lo que las relaciones son únicas y especiales.
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