Los aztecas, sin duda coleccionan una serie de elementos impresionantes dentro de su cultura, uno de ellos es la visión y creencia que tenían de la muerte y los mitos que se conocen sobre ésta. No es de sorprender que lo que se conoce sobre lo relacionado a la muerte dentro de esta cultura sigue siendo un tema que nos causa impresión, puesto que los sacrificios humanos y los rituales causaron horror incluso a los conquistadores y cronistas. No obstante, en esta ocasión nos centraremos en abordar los mitos y creencias que se conocen hasta la fecha.
Encontramos en primer lugar a Los predilectos del sol, quienes eran los guerreros que morían en batalla o bien "inmolados" en la piedra de sacrificios. La aspiración del hombre en cuanto a su destino final estaba bien definida, puesto que ser admitido en la Casa del Sol era todo un privilegio. Se creía que aquellos con dicha suerte, a los cuatro años de haber muerto se convertían en inmortales aves preciosas y se alimentaban con el néctar de las flores en los jardines del Tonatiuhichan, ésto únicamente para quienes habían muerto en batalla. Para los que morían en forma de sacrificio eran puestos junto con los caídos en lucha ya que con sus vidas alimentaban al sol.
Por otro lado, estaban los escogidos de Tláloc (dios de la lluvia), quien es sin duda, una de las divinidades más antiguas. Los aztecas lo adoptaron como uno de sus dioses principales, asimismo, al igual que los antiguos toltecas los mitos que se refieren a éste. Tal como la convicción de que existía un paraíso de Tláloc, el Tlalocan, lugar en donde estaban destinados aquellos que morían ahogados, fulminados por un rayo o bien, víctimas de la lepra, hidrópicos o sarnosos. El Tlalocan, según los informantes de Sahagún, era una especia de paraíso terrenal, <<en el cual hay muchos regocijos y refrigerios, sin pena alguna>>, de igual modo, en un muro teotihuacano; se representaba con corrientes de agua que rodeaban un jardín donde los hombres gozan, con el canto, la danza y toda clase de juegos.
Finalmente, aquellos que no eran elegidos ni por el Sol ni por Tláloc, al morir descendían al Mictlan. Lo cual no era del todo un camino fácil, puesto que sólo podían descender al pasar por una serie de pruebas antes de alcanzar el descanso definitivo o la desaparición total. Dichas pruebas eran nueve, que si bien podían corresponder a otros "estratos" del inframundo, cada uno más profundo que el anterior. Respecto a su ubicación se encuentra información diferente y contradictoria, puesto que se dice que se encuentra en gran profundidad de la tierra o al norte; la cual puede ser la más congruente, ya que con la ubicación de los otros sitios en donde van los muertos; sería el oriente y el poniente correspondiente al paraíso solar, al sur Tlalocan y finalmente al norte Mictlan.
Las diferentes culturas siempre traerán consigo sorprendentes pensares, que acompañan con ellos hechos; los cuales pueden parecernos descabellados y asombrosos, llevarnos de un extremo a otro. Además, inconcebible sería no apreciar una cultura, sin prejuicio alguno de por medio. Claro que, es fácil juzgar o dar por sentado conocer en demasía éstas con leer un poco, y no hay error más penoso, pues aún hay un sinfín de información extra correspondiente a distintas culturas, aún hay más por apreciar de éstas.
Encontramos en primer lugar a Los predilectos del sol, quienes eran los guerreros que morían en batalla o bien "inmolados" en la piedra de sacrificios. La aspiración del hombre en cuanto a su destino final estaba bien definida, puesto que ser admitido en la Casa del Sol era todo un privilegio. Se creía que aquellos con dicha suerte, a los cuatro años de haber muerto se convertían en inmortales aves preciosas y se alimentaban con el néctar de las flores en los jardines del Tonatiuhichan, ésto únicamente para quienes habían muerto en batalla. Para los que morían en forma de sacrificio eran puestos junto con los caídos en lucha ya que con sus vidas alimentaban al sol.
Por otro lado, estaban los escogidos de Tláloc (dios de la lluvia), quien es sin duda, una de las divinidades más antiguas. Los aztecas lo adoptaron como uno de sus dioses principales, asimismo, al igual que los antiguos toltecas los mitos que se refieren a éste. Tal como la convicción de que existía un paraíso de Tláloc, el Tlalocan, lugar en donde estaban destinados aquellos que morían ahogados, fulminados por un rayo o bien, víctimas de la lepra, hidrópicos o sarnosos. El Tlalocan, según los informantes de Sahagún, era una especia de paraíso terrenal, <<en el cual hay muchos regocijos y refrigerios, sin pena alguna>>, de igual modo, en un muro teotihuacano; se representaba con corrientes de agua que rodeaban un jardín donde los hombres gozan, con el canto, la danza y toda clase de juegos.
Finalmente, aquellos que no eran elegidos ni por el Sol ni por Tláloc, al morir descendían al Mictlan. Lo cual no era del todo un camino fácil, puesto que sólo podían descender al pasar por una serie de pruebas antes de alcanzar el descanso definitivo o la desaparición total. Dichas pruebas eran nueve, que si bien podían corresponder a otros "estratos" del inframundo, cada uno más profundo que el anterior. Respecto a su ubicación se encuentra información diferente y contradictoria, puesto que se dice que se encuentra en gran profundidad de la tierra o al norte; la cual puede ser la más congruente, ya que con la ubicación de los otros sitios en donde van los muertos; sería el oriente y el poniente correspondiente al paraíso solar, al sur Tlalocan y finalmente al norte Mictlan.
Las diferentes culturas siempre traerán consigo sorprendentes pensares, que acompañan con ellos hechos; los cuales pueden parecernos descabellados y asombrosos, llevarnos de un extremo a otro. Además, inconcebible sería no apreciar una cultura, sin prejuicio alguno de por medio. Claro que, es fácil juzgar o dar por sentado conocer en demasía éstas con leer un poco, y no hay error más penoso, pues aún hay un sinfín de información extra correspondiente a distintas culturas, aún hay más por apreciar de éstas.
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