El tema de la muerte es también imprescindible de abordar a los niños, desde que son pequeños. Ya que sí, ellos también viven el duelo. Los niños desde temprana edad pueden percibir y registrar la muerte de alguien cercano. Y al igual que los adultos, sienten dolor, miedo, ansiedad y sufren; claro, no completamente similar, pues todavía no saben cómo es que funciona la muerte. Es por eso la importancia que tiene saber cómo poder presentarle la muerte a un pequeño, saber cómo lidiar con las preguntas que le puedan surgir, y ser consciente de las actitudes posibles que tomará a lo largo de su duelo.
Es preferible que al pequeño se le vaya naturalizando éste tema, si bien de manera paulatina y con pequeñas "muertes" a su al rededor, como la de un pequeño animal, moscos, lombrices, insectos, etc. Esto desde que tienen un contacto consciente con la naturaleza, pues precisamente dicha consciencia logrará un mejor entendimiento. No obstante, es obvio que esto no causará gran impacto en sí mismo, quizá entristezca si se trata de una mascota, o de ser un pequeño sensible, con cualquier diminuto animal.
Es conveniente resaltar que no bastará con explicarle al niño que todo lo vivo debe o morirá eventualmente. Puesto que se encontrará con preguntas mucho más complicadas, quiere saber ¿Por qué todo debe morir?, ¿qué se siente estar muerto? ¿qué le pasa a ese pequeño pájaro? ¿a dónde es que va su alma? y si es que tiene el conocimiento de un Dios ¿por qué éste decidió matar a las criaturas que ama? Y más importante aún, estar preparado (madre o padre) con cómo es que abordará las respuestas, pues de ser confusas para él o ella podría generar que el niño sume a todos esos sentimientos, la frustración.
Otro punto fundamental es pensar que si el pequeño ha establecido un vínculo afectivo con un animal doméstico, el cual eventualmente morirá. Los adultos (padres) no subestimen el impacto dramático que esto podría generarle. Ya sea que se trate de la muerte de un perro, un gato, un canario o inclusive un pez. No hay motivo para reemplazarlo rápidamente por uno igual, creyendo que con esto le ahorrará sufrimiento al infante. Puesto que con esta actitud obstruimos su duelo, ignoramos su dolor y le transmitimos mensajes como que todo es reemplazable o que no es bueno estar triste. Contrario a esto, debe ser ayudado y guiado con respecto a lo que está sintiendo en ese momento.
Es entonces importante ser consciente que por muy pequeño que pueda ser tu hijo, estará expuesto al dolor, a la pérdida de algún familiar, amigo, hermana, padre, o su mascota que ha tenido por años. Y es inevitable que sufra, por ello es de suma importancia que esté naturalizado con el tema, y que sepamos qué hacer para ayudarlo. No omitiendo sus sentimientos pues esto podría generarle una represión de estos mismo, no sólo en su niñez sino a lo largo de su crecimiento emocional.
Es preferible que al pequeño se le vaya naturalizando éste tema, si bien de manera paulatina y con pequeñas "muertes" a su al rededor, como la de un pequeño animal, moscos, lombrices, insectos, etc. Esto desde que tienen un contacto consciente con la naturaleza, pues precisamente dicha consciencia logrará un mejor entendimiento. No obstante, es obvio que esto no causará gran impacto en sí mismo, quizá entristezca si se trata de una mascota, o de ser un pequeño sensible, con cualquier diminuto animal.
Es conveniente resaltar que no bastará con explicarle al niño que todo lo vivo debe o morirá eventualmente. Puesto que se encontrará con preguntas mucho más complicadas, quiere saber ¿Por qué todo debe morir?, ¿qué se siente estar muerto? ¿qué le pasa a ese pequeño pájaro? ¿a dónde es que va su alma? y si es que tiene el conocimiento de un Dios ¿por qué éste decidió matar a las criaturas que ama? Y más importante aún, estar preparado (madre o padre) con cómo es que abordará las respuestas, pues de ser confusas para él o ella podría generar que el niño sume a todos esos sentimientos, la frustración.
Otro punto fundamental es pensar que si el pequeño ha establecido un vínculo afectivo con un animal doméstico, el cual eventualmente morirá. Los adultos (padres) no subestimen el impacto dramático que esto podría generarle. Ya sea que se trate de la muerte de un perro, un gato, un canario o inclusive un pez. No hay motivo para reemplazarlo rápidamente por uno igual, creyendo que con esto le ahorrará sufrimiento al infante. Puesto que con esta actitud obstruimos su duelo, ignoramos su dolor y le transmitimos mensajes como que todo es reemplazable o que no es bueno estar triste. Contrario a esto, debe ser ayudado y guiado con respecto a lo que está sintiendo en ese momento.
Es entonces importante ser consciente que por muy pequeño que pueda ser tu hijo, estará expuesto al dolor, a la pérdida de algún familiar, amigo, hermana, padre, o su mascota que ha tenido por años. Y es inevitable que sufra, por ello es de suma importancia que esté naturalizado con el tema, y que sepamos qué hacer para ayudarlo. No omitiendo sus sentimientos pues esto podría generarle una represión de estos mismo, no sólo en su niñez sino a lo largo de su crecimiento emocional.
Comentarios
Publicar un comentario