El mundo quedó conmocionado cuando un 11 de agosto del
año 2014, se dio a conocer la noticia de que Robin Williams, uno de los actores
y comediantes más reconocidos y aclamados de todos los tiempos, había cometido
suicidio. Con un talento innegable para la actuación y una impresionante
facilidad para llevar sonrisas al público, a lo largo de su carrera logró
hacerse acreedor un Premio Óscar,
cinco Globos de Oro, un Premio del Sindicato de Actores,
dos Premios Emmy
y tres Premios Grammy. Con todo el éxito cosechado, nadie
pudo predecir el fin de una vida que marcó muchas otras a través de su entrega y
pasión.
Robin
McLaurin Williams nació un 21 de julio de 1951 en Chicago, Illinois, Estados
Unidos. Hijo de una familia acomodada, centró sus estudios en las ciencias
políticas, sin embargo, luego de probar suerte en un taller de teatro, rápidamente
se dio cuenta de cual era su verdadera pasión: la actuación. Ingresó a Julliard,
una de las escuelas más prestigiosas de arte. Luego de finalizar sus estudios
comenzó a escalar de manera gradual, primero realizando interpretaciones en las
calles, posteriormente en teatros. La fama que fue adquiriendo le consiguió papeles
en la televisión y finalmente en el cine.
Si
bien durante años Williams gozó del prestigio de ser un actor con una gran
capacidad interpretativa capaz de convertir cualquier papel en un personaje
emblemático y amado por la audiencia, con el paso del tiempo su carrera inició
un declive casi inevitable que lo sumió en una profunda depresión. En 2006 el
actor se internó en una clínica de rehabilitación para tratar su adicción al alcohol
y las drogas, asimismo, tiempo después confesó que no era la primera vez que
las ingería. Desde sus inicios recurría a las mismas para lidiar con la presión
y el estrés dentro de la industria. A sus problemas con las adicciones, le
siguió el divorcio de su segundo matrimonio, circunstancia que no hizo más que
agravar su situación.
Conseguir
un papel importante se volvió una tarea complicada por lo que realizó trabajos
menores los cuales la crítica no dudo en destruir. Este hecho le causó más angustia
al no sentirse capaz de seguir proporcionando felicidad a los espectadores. Si
bien todo este no fue un factor directamente determinante en su decisión de
terminar con su vida, si representó una aportación junto con la lamentable noticia
que recibió. Robin Williams fue diagnosticado con Párkinson, aunque años
después de su muerte se supo que en realidad se trataba de la enfermedad
conocida como Demencia con cuerpos de Lewy, una condición que provoca efectos
similares al Parkinson, confusión, alucinaciones y pérdida de memoria.
Con
63 años de edad Robin Williams se ahorcó dando por finalizada la película de su
vida. El aspecto que resulta más sorprendente y difícil de dirigir es el hecho
de que el actor siempre representó la imagen de la felicidad. Mientras el mostraba
ante las cámaras una sonrisa, escondía una profunda tristeza de la que nunca se
atrevió a hablar públicamente. Incluso las personas cercanas a él, si bien se
percataron de un extraño cambio, debido a su personalidad, se atrevieron a acreditárselo
a algún otro sentimiento considerablemente distante de la realidad. Produce
malestar pensar que en ocasiones aquellos que parecen ser más felices, son los
que esconden los sentimientos más desoladores.
-Melissa Fuentes
-Melissa Fuentes
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