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Maya en Meshes of the Afternoon (1943) |
Oponiéndose a la tendencia que seguía el cine de montaje invisible y al relato cinematográfico, Maya Deren inauguró su propio cine de vanguardia, proponiendo hacer un uso declarado del montaje, un cine que no dependiera de la literatura, ni de un guión. La escritura en tiempo fílmico que planteaba la directora, retomaba los principios de la cronofotografía, creando la ilusión de movimiento como lo hizo el kinetoscopio en un principio. Deren hacia referencia a estos principios de ilusión óptica, como las cualidades dancísticas del instrumento cinematográfico.
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Study of Choreography for Camera (1945) |
El crítico John Martin propuso el «Choreocinema» para denominar la fluida colaboración entre la danza y el cine que mostraban los cortos de la directora. En la danza, uno es impulsado a cierta posesión a través de la resistencia física, misma que permite una despersonalización. Deren veía esta oportunidad de verse a uno mismo desde afuera, como la participación activa que tiene una cámara en el proceso cinematográfico. La danza debe derivar de las manipulaciones mecánicas de la cámara, logrando una dirección coreográfica.
En el coreocine dereniano, la cámara y el cuerpo tienen el mismo potencial dancístico. La obra maestra de la directora "Meshes of the Afternoon" (1943) es el mejor ejemplo de esta relación. Fracturado en cuatro iteraciones, el corto de Deren consigue atributos de la danza en cámara, con repeticiones, expansiones y aceleraciones. La cámara da coreografía a los pasos, parpadeos y movimientos de la protagonista, haciendo de la dirección coreografía, la articulación corporal de la subjetividad humana. Por otro lado, en "Study of Choreography for Camera" (1945) y "A Ritual in Transfigured Time" (1946) el cuerpo encarna y estructura el paso del tiempo, extendiendo los impulsos animados a espacios y a objetos.
Las innovadoras propuestas de Deren en el mundo cinematográfico han sido inspiración para grandes cineastas de la actualidad, entre ellos David Lynch. El cine dereniano se ha mantenido valido con el paso del tiempo, pues entre estética y movimiento, construyó una realidad con lógica propia. Siempre bailando su propia poesía, al filmar de una cámara.
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