Creer que una persona de mayor edad deba tener siempre presente la muerte en sus pensar, es sin duda, una afirmación errada. Es claro que cada uno de estos individuos así como cualquier otro grupo de personas que compartan la misma edad (como los jóvenes) tienen como similitud ciertos pensamientos, pero cada quien con una visión y una postura diferente. Además, pensemos en la importancia que le dan y cómo es que la ven, y por supuesto, realmente qué tan presente está ésta en su día a día.
Un individuo que goce de todas sus facultades mentales es consciente de que algún día morirá, que ningún ser vivo es capaz de poseer la inmortalidad, por tal, claro que en algún momento se cruzará con la idea de morir. Y es cierto que, solemos pensar que la muerte está alejada para aquél joven, o aquél pequeño primo de 8 años. Inclusive cuando llega a fallecer alguien de tan corta edad, pensamos que se trata de una injusticia, que aún era "muy joven para morir". Pero es que ¿realmente está establecida una edad en la cual si es "correcto" morir? Aunque sabemos que no es así, es normal que lo pensemos. Porque si bien no somos inmortales, visualizamos la vejez como "el último escalón", lo que precede a la muerte. Por ello, tomamos como hecho que alguien adulto piensa más en ésta de lo que podría pensarlo alguien de 20 años.
Si comparamos las posibles posturas de personas adultas o bien, ancianos. Tendríamos a aquél que vive con paz, por supuesto sabe que está más cerca de morir, a pesar de lo ya comentado, es evidente que de no morir en unas semanas, no quedan muchos años por delante, puesto que las enfermedades son más agresivas y las bajas defensas no ayudan, y aunque claro hay personas que han vivido más de cien años no lo vuelve un común. Todo ésto, lo tiene bien presente y no se acompleja pensando más en ello. Al contrario, luce feliz, disfruta más y si bien, la muerte no es un tema de sumo agrado, tampoco es algo que le moleste. Comúnmente piensan que ya han vivido lo suficiente, que aunque se equivocaron, están agradecidos. Que aprendieron de todo error y que se llevan lo mejor.
Por otro lado, pensemos en todo lo contrario. Un anciano, infeliz, que luce triste o molesto en demasía. Piensa que todo lo que alguna vez logró no sirvió para nada. Que la muerte es un castigo, o que no ha sido apremiado con más tiempo antes de morir para que pueda remediar todo en lo que alguna vez erró. De una forma negativa, pensemos también en aquél que vive temeroso de la muerte, que si bien siente que no ha hecho todo lo que quiere hacer y que si muere, lo hará infelizmente. Claro está, que puede estar temeroso por la muerte misma, desconocer por completo lo que se avecina, o si sentirá dolor.
No olvidemos que, para siquiera pensar en la postura que un adulto mayor tomaría ante la idea de la muerte, habría de conocerse su pasado, la forma en la que creció, si su entorno estaba o no naturalizado con el tema o si era un tabú con el cual creció. Si desde joven había sido alguien temeroso, creyente o escéptico. Pues no es una hoja en blanco, es un individuo que ha pasado por cambios, que ha reflexionado y sobre todo, que ha vivido. Y si bien, todo eso puede romper con cómo vivió su juventud o lo que lo forjó por tantos años, siempre será parte de él o ella. Y en pequeña o gran medida, ésto definirá su manera de concebir la muerte.
REFERENCIAS.
Mis vecinos mayores. (entre 50 y 60 años)
La señora de la tienda (68 años)
Un señor de la parada que lucía enojado (72 años)
Un individuo que goce de todas sus facultades mentales es consciente de que algún día morirá, que ningún ser vivo es capaz de poseer la inmortalidad, por tal, claro que en algún momento se cruzará con la idea de morir. Y es cierto que, solemos pensar que la muerte está alejada para aquél joven, o aquél pequeño primo de 8 años. Inclusive cuando llega a fallecer alguien de tan corta edad, pensamos que se trata de una injusticia, que aún era "muy joven para morir". Pero es que ¿realmente está establecida una edad en la cual si es "correcto" morir? Aunque sabemos que no es así, es normal que lo pensemos. Porque si bien no somos inmortales, visualizamos la vejez como "el último escalón", lo que precede a la muerte. Por ello, tomamos como hecho que alguien adulto piensa más en ésta de lo que podría pensarlo alguien de 20 años.
Si comparamos las posibles posturas de personas adultas o bien, ancianos. Tendríamos a aquél que vive con paz, por supuesto sabe que está más cerca de morir, a pesar de lo ya comentado, es evidente que de no morir en unas semanas, no quedan muchos años por delante, puesto que las enfermedades son más agresivas y las bajas defensas no ayudan, y aunque claro hay personas que han vivido más de cien años no lo vuelve un común. Todo ésto, lo tiene bien presente y no se acompleja pensando más en ello. Al contrario, luce feliz, disfruta más y si bien, la muerte no es un tema de sumo agrado, tampoco es algo que le moleste. Comúnmente piensan que ya han vivido lo suficiente, que aunque se equivocaron, están agradecidos. Que aprendieron de todo error y que se llevan lo mejor.
Por otro lado, pensemos en todo lo contrario. Un anciano, infeliz, que luce triste o molesto en demasía. Piensa que todo lo que alguna vez logró no sirvió para nada. Que la muerte es un castigo, o que no ha sido apremiado con más tiempo antes de morir para que pueda remediar todo en lo que alguna vez erró. De una forma negativa, pensemos también en aquél que vive temeroso de la muerte, que si bien siente que no ha hecho todo lo que quiere hacer y que si muere, lo hará infelizmente. Claro está, que puede estar temeroso por la muerte misma, desconocer por completo lo que se avecina, o si sentirá dolor.
No olvidemos que, para siquiera pensar en la postura que un adulto mayor tomaría ante la idea de la muerte, habría de conocerse su pasado, la forma en la que creció, si su entorno estaba o no naturalizado con el tema o si era un tabú con el cual creció. Si desde joven había sido alguien temeroso, creyente o escéptico. Pues no es una hoja en blanco, es un individuo que ha pasado por cambios, que ha reflexionado y sobre todo, que ha vivido. Y si bien, todo eso puede romper con cómo vivió su juventud o lo que lo forjó por tantos años, siempre será parte de él o ella. Y en pequeña o gran medida, ésto definirá su manera de concebir la muerte.
REFERENCIAS.
Mis vecinos mayores. (entre 50 y 60 años)
La señora de la tienda (68 años)
Un señor de la parada que lucía enojado (72 años)
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