Somos la edad del plástico. Con apenas 150 años, este material que se ha convertido uno de los materiales más abundantes en todo el planeta, forma parte de nuestra vida y de nosotros, literalmente. Debido a su bajo costo de producción, maleabilidad, impermeabilidad, entre otras características lo convierten en el material idóneo para acompañarnos y facilitarnos nuestra vida cotidiana. Sin embargo, gracias a el mal manejo de residuos, la gran mayoría de envases y objetos hechos a base de polímeros sintéticos terminan por convertirse en un integrante de la cadena alimenticia.
Como ya sabemos, algunos residuos inorgánicos logran abrirse paso y entrar en los medios naturales, uno de estos es el marino, cada año entre 5 y 13 millones de toneladas de plástico llegan a el océano. Con la ayuda del sol, el viento y la fuerza del oleaje, estos desechos se fragmentan y crean pedazos con un tamaño menor a 5 milímetros, los microplásticos. Lamentablemente existe otro medio por el cual llegan a generarse, la demanda de ellos, algunos productos de limpieza e higiene como cremas exfoliantes, pastas dentales, jabones, fibras sintéticas de la ropa, cosméticos, entre otros, son un manera gradual de incrementar su concentración. Debido a que las pequeñas perlas de plástico contenidas en ellos y que no son retenidas por los filtros de las plantas de tratamiento de aguas residuales, quedan suspendidas y posteriormente, llegan a los mares a través de los ríos.
Dado que los microplásticos son partículas, o incluso si son residuos grandes, la mayoría de los peces los confunde con alimento, la razón principal es que la reacción de la basura con el agua salada genera un aroma similar al krill volviéndola apetitosa para ellos, provocando su ingesta. Estos peces, a su vez son devorados por otros más grandes (los cuales ya se alimentaron de micropartículas por su cuenta), y así sucesivamente, hasta llegar a pescaderías, marisquerías, mercados y restaurantes locales donde los compramos y consumimos, es decir, nosotros terminamos por incluir moléculas de plástico en nuestra dieta, ya que estas son acumulables, a pesar de la expulsión de algunas por medio de las heces, aquellas personas amantes a los mariscos o productos del mar son más susceptibles a contener mayor cantidad de microplásticos en su sistema.
Por cada kilómetro cuadrado en un cuerpo de agua, se hallan alrededor de cuatro mil millones de fragmentos de polímeros sintéticos. Los animales marinos, así como, las aves y algunos reptiles como las tortugas sufren obstrucciones en órganos vitales por las grandes cantidades de residuos consumidos y que no pueden digerir o eliminar, posteriormente causando su muerte, o bien, debido a las sustancias absorbidas como el bisfenol A, se ven afectados en su crecimiento y desarrollo reproductivo, disminuyendo la población de especies.
Además del consumo de animales, otras de las vías por la cuales nuestro organismo obtiene polímeros sintéticos, es porque aproximadamente más del 90% de agua corriente está infectada, alimentos como la sal o aquellos que contienen o utilizan agua para su producción pueden contenerlos. Aunque no hay estudios específicos de todas las consecuencias ocasionadas a la salud de los seres humanos, nuestros sistemas metabólicos son impactados negativamente por el consumo de plásticos generados todos los días.
-Astronauta.
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