“Me Fui
al bosque porque quería vivir deliberadamente; enfrentar solo los hechos de la
vida y ver si podía aprender lo que ella tenía que enseñar. Quise vivir
profundamente y desechar todo aquello que no fuera vida... Para no darme
cuenta, en el momento de morir, que no había vivido”.
H.D. Thoreau
Imagina que construyes tu propia cabaña en el
bosque, cerca de un gran lago y durante dos años te dedicas a escribir y
observar la naturaleza que te rodea, te alimentas de los vegetales que siembras
y del pan que horneas, haces largas caminatas por el bosque y disfrutas de
contemplar lo que te rodea, pues descubres que ese espacio natural te está
enseñando a entender el verdadero valor del mundo, la vida y el conocimiento
sobre ti mismo. ¿Existiría una experiencia más enriquecedora? ¿Le serviría de
algo a la humanidad vivir una experiencia tan profunda? En 1845 hubo un hombre que
lo hizo, obteniendo una destacada sabiduría que ha legado a la humanidad.
Ese hombre fue Henry David Thoreau, un escritor, poeta, filósofo,
agrimensor, naturalista,
conferenciante y fabricante de lápices
estadounidense
que nació en Concord, Massachusetts en 1817, y quién después de graduarse en
Harvard en 1837, empezó a dar clases en Concord, pero que renunció al poco
tiempo para no tener que administrar el castigo corporal a sus alumnos. Él y su
hermano John abrieron entonces la Concord Academy, en 1838, donde introdujeron
en su enseñanza varios conceptos progresivos, incluyendo caminatas por la
naturaleza y visitas a las tiendas y a los negocios locales. Lamentablemente la
escuela cerró cuando John enfermó fatalmente del tétanos en 1842 después de
cortarse mientras se afeitaba.
Entonces Thoreau sintió la necesidad de
concentrarse y trabajar más en su escritura, por lo que el 4 de julio de 1845
se mudó a una pequeña casa que había construido en tierra propiedad de su amigo
escritor Emerson, en un bosque de alrededor de las costas de Walden Pond. Es
durante su estancia en este lugar, cuando Thoreau lleva a cabo un experimento
que lo lleva a descubrirse a sí mismo, a entender los ciclos naturales que
observó, a evaluar las consecuencias de la ambición humana y a proponerle un
comportamiento sensato, contrario a la sumisión y esclavitud imperante durante
toda la historia del hombre.
¿Pero que fue lo que hizo este hombre durante los
dos años y medio de su estancia aislada en el bosque? Pues construyó el mismo
una pequeña cabaña que constó de tres sencillas habitaciones, un horno de leña
y una chimenea, ubicada cerca de un lago. Una vez terminada, se trasladó ahí
con mínimas pertenencias como: herramientas de trabajo, ropa necesaria, semillas,
cuadernos, libros, tinta y algunos utensilios de cocina que le permitieron
vivir tranquilamente durante su estancia.
En Walden Pond, Thoreau sembró vegetales y granos, horneó pan, observó el
cielo, los cuerpos de agua, los animales y las plantes; meditó sobre la rutina
que tenía antes de llegar ahí y en general sobre el estilo de vida ególatra y
esclavizante del ser humano; escribió sus reflexiones y conclusiones en
numerosos diarios que serían posteriormente combinados con ensayos sobre sus
meditaciones sobre dicha vivencia, y cuyo trabajo más importante fue Walden: Mi vida en el bosque. Mediante
este experimento, Thoreau obtuvo la sabiduría espiritual y científica que hoy
nos hace tanta falta a los seres humanos para salvar nuestra permanencia como
especie en un mundo cada día más condenado por nuestra codicia y egoísmo.
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