“Produce una inmensa
tristeza pensar que la naturaleza habla mientras el género humano no escucha.”
Víctor Hugo
¿Por qué los niños de hoy prefieren entretenerse
videojuegos que salir a jugar al patio o al parque?, ¿Por qué la sociedad actual
sigue considerando el cambio climático como un tema del que se habla y se hacen
documentales, pero del que no se hace nada para detenerlo?, ¿No podemos entender
que consumir como lo hacemos es la causa de nuestra propia destrucción? ¿Qué
mensajes bucólicos encontramos en la poesía y cómo podrían influir en nuestro veleidoso
actuar?
El amor y el respeto hacia la naturaleza son
valores que los niños deben aprender de sus padres o las personas que se
dedican a criarlos, es imposible que por sí mismos decidan, siendo niños que
aman y respetan la madre naturaleza, si sus ejemplos adultos les enseñan lo
contrario. Aunque es cierto que esos niños, al tomar conciencia del mundo que
les rodea, pueden decidir actuar o no, amigablemente con el ambiente, es más
probable que esos infantes sigan el paso de sus tutores. Lo cual resulta auto destructivo para el ser
humano, pues la deslumbrante idea de transmitir a las nuevas generaciones, un
comportamiento consumista, rentable y falaz, sólo deriva en un atentado a la
permanencia de nuestra propia especie, la cual, se lleva de paso a otros
cuantos millones de especies más.
Pero a pesar de esa situación, es desconcertante
que demos preferencia a seguir con esta vida fácil a costa del aniquilamiento ambiental.
Es por ello, que como una alternativa ante el desolador escenario que nos
aguarda, propongo la lectura, difusión, conversación y transmisión de la literatura
bucólica; con el fin de reformar el comportamiento destructivo de nuestra raza,
a un actuar sensible y sensato.
Como el mensaje que se observa en el poema Niño Tom, de la escritora Gloria Fuentes;
el cual se dirige a los niños para aconsejarles,
que si van al campo sólo contemplen su belleza, pero que no la toquen, ni maten,
ni destruyan, ni alteren nada. Que se acuesten en la hierba y canten, que
actúen con la sabiduría de un adulto, pero disfrutándolo como sólo los niños lo
saben hacer.
Creo firmemente que si la música, televisión, redes
sociales, videojuegos, plataformas digitales, o noticieros han modificado nuestra
conducta a lo largo de la historia, también lo puede hacer la literatura
bucólica, sólo hace falta emplear una estrategia social para acercar esas ideas
sensibilizadoras a toda la población. Que escuchen a narradores apasionados por
la idílica vida en el campo, lo cual motive a los oyentes leerlas, a escribir
sus propias historias de experiencias con la naturaleza y mejor aún; que
decidan a raíz de ello, volver a vivir en el campo, trabajar la tierra y ser
autónomos en su alimentación y forma de vida. Si lográramos eso, sin duda nuestro
mejor poema no sería escrito, sino apasionadamente vivido.
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