“…sé que, con toda la cultura del mundo, no se
escribe si no hay magia…”
Guadalupe Dueñas
Guadalupe dueñas (Guadalajara, 1920-Ciudad de México,
2002) es reconocida como una de las poquísimas mexicanas del siglo XX que,
junto con Amparo Dávila e Inés Arredondo,
exploró la veta del horror y lo siniestro en sus narraciones. El
universo sombrío, sangriento y terrorífico que desbordan Las ratas y otros cuentos (1954), Tiene la
noche un árbol, No moriré del todo (1976) y Antes del
silencio (1991) la convierten en una de las voces femenina más innovadoras e
irreverente.
Su
libro más destacado por la crítica es Tiene la noche un árbol, se compone de veinticinco cuentos cortos que
van desde lo irreal, lo siniestro, un humor algo retorcido y lo autobiográfico.
De hecho, el cuento que abre esta antología se llama “La tía Carlota”,
en la que se establece un poco la situación familiar tan peculiar en que creció
esta autora, a mi parecer, situación que le dio mucho material para sus
excelentes cuentos.
Aquí
aparece también el cuento “Historia de Mariquita”, uno de los más
famosos de la escritora. Es una historia algo retorcida que mantiene a uno
entre el asco, el terror, la curiosidad y cierta tristeza, en el narra la
historia de una familia que guarda el secreto de mantener oculto el pequeño
cuerpo de la hija primogénita, que murió apenas siendo un bebé. La familia debe
cargar con el peso de la pena del padre, que al no aceptar la muerte de la
niña, ésta no fue enterrada y el cuerpo fue puesto dentro de un frasco de
chiles y colocado en puntos estratégicos, para mantenerlo siempre oculto,
dentro de la casa.
La
inocencia es un punto importante en este cuento, y en general en otros de
Guadalupe Dueñas. Sabemos que Mariquita murió prematuramente al poco tiempo de
nacer, y la protagonista, la niña que cuenta la historia, narra todo en la
primera parte del cuento, con la inocencia e ignorancia de un niño que no logra
entender por completo la situación. Para ella es “normal” que la pequeña dentro
del frasco comparta habitación con las demás y que esté a la vista por la casa.
El entendimiento de la historia avanza junto con la protagonista, ya en edad
adulta y sin padres, ella toma la “responsabilidad” de cuidar a Mariquita.
Junto a sus otras hermanas se repite la situación inicial de la familia, siguen
mudándose, van de un lado para otro buscando el lugar adecuado donde colocar a
la hermana.
La
narrativa de Guadalupe se distingue por la brevedad de sus escritos, tiene un
manejo impecable de lo conciso y vital, no necesita llenar páginas enteras para
contar la historia, con un lenguaje mínimo revela la moralidad de los seres
humanos. Su obra no defraudara a ningún lector curioso que le guste viajar por
la complejidad de la condición humana.
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