Virginia Woolf
es considerada una de las escritoras más relevantes de la historia, y una de
las precursoras del feminismo. Con sus ideales y estilo marcó un antes y un
después en la literatura y en la percepción de la imagen de la mujer. Son
diversas las obras en las que plasma las injusticias y dificultades a las que se
ve sometido este género en comparación con el masculino. Sin embargo, Woolf también
representó a través de su escritura su vida de agonía. No era un secreto que desde
la infancia la autora padecía cuadros depresivos que eran desencadenados por las
tragedias que la aquejaban, y que terminaron orillándola al suicidio.
Durante
sus primeros años de vida, Virginia gozó de los privilegios de vivir en el seno
de una familia culta y bien acomodada. Su padre era un distinguido crítico e
historiador, por lo que a menudo era frecuentado por artistas, literatos e
intelectuales de los cuales logró aprender e inspirarse. En su casa poseía una
amplia biblioteca, y a diferencia de sus hermanos que recibieron una educación formal,
fue educada por tutores. Por su parte, su madre ejercía de modelo para pintores
prerrafaelistas. A pesar de estar rodeada de todas las comodidades antes mencionadas,
lo cierto es que sus padres poseían un pasado lleno de infortunio y una estabilidad
emocional delicada.
Sus dos
padres habían contraído matrimonio y enviudado con anterioridad. Asimismo, ambos
ya tenían hijos de estas previas relaciones cuando se conocieron. Durante un largo
periodo, el padre de Virginia sufrió intensos cuadros depresivos a causa de su
pérdida, mismos a los que más tarde se enfrentaría la escritora. Cuando su
madre murió, Virginia se sumió en una profunda depresión que no hizo más que
acrecentarse con el posterior deceso de su medio hermana, y los constantes abusos
de los que eran víctimas ella y su hermana Vanessa.
Fueron varios los intentos de suicidio que
intentó concretar sin éxito. Con tan sólo veinte años de edad Woolf había
conocido el lado amargo de la vida, odiaba su cuerpo y desconfiaba de los
hombres. La escritura se convirtió en su medio para afrontar sus pensamientos
tormentosos. Junto a sus hermanos, se mudó a Bloomsbury, lugar donde llevaron a
cabo diversas reuniones con diversos intelectuales, entre los que se encontraba
el que sería su futuro esposo. Con él fundo una editorial en la que editó su
propia obra, así como la de otros reconocidos personajes como lo son Sigmund Freud
o T. S Eliot.
A lo
largo de su vida sufrió una gran cantidad de episodios depresivos, en los que solía
retraerse, e incluso se dice que en ocasiones llegaba a sostener conversaciones
con ella misma. Algunos investigadores aseguran que sufría de trastorno
bipolar, por lo que podía pasar de un estado de ánimo a otro drásticamente.
Aunque Virginia Woolf, logró vivir más de lo que esperaba, finalmente a sus cuarenta
años no pudo seguir con su situación por lo que, con la excusa de querer dar un
paseo a solas, una tarde se dirigió a el río Ouse y se sumergió con los bolsillos
llenos de piedras. Su cuerpo no fue encontrado hasta tres semanas más tarde, y
con ello el mundo se despidió de un gran talento, del cual aún sobrevive su legado.
- Melissa Fuentes
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