¿Qué hace a la muerte tan detestable? Es una duda que pocos se han animado a analizar en profundidad y no es que sea propio de individuos con un dote mental elevado o que cuenten con un razonamiento único. Es más bien, el rechazo individual o social que ha tenido por años hablar de tal concepto; ello, provoca la priorización de hablar de todo lo contrario, la vida. Se vuelve entonces, un tema que se suele razonar a solas, mentalmente cuestionándonos al respecto.
Hablamos de una priorización, la cual es en potencia libre de cada uno, sin embargo, sí que forma parte fundamental la visión social que se tenga de ésta, ya sea de la vida o la muerte. No es que al tratar de hablar de la muerte algún individuo te calle o prohíba hablar de ella, sino, es la omisión misma dentro de muchas culturas, pues aún en occidente podría llamársele tabú. Priorizamos la vida, porque es lo que tenemos "ahora", un presente, y la muerte es pospuesta porque aún podría faltar mucho para eso y no tiene la importancia necesaria para hablar de ella.
Señala Pascal "Es más fácil soportar la muerte sin pensar en ella, que soportar el pensamiento de la muerte". Lo cual, podría permanecer como un pensamiento común respecto de ésta, inclusive, de manera indirecta por parte de las masas. Puesto que anularla u omitirla resulta más cómodo que hablarla, conocerla y entenderla; es fácil entrever que por ser un común la destruirá como algo "malo" o "inadecuado" y no sólo en un aspecto social, es decir, para con los demás, sino, que individualmente la representaremos de esta manera. Ello, provocando un aislamiento del tema y rechazo total.
Hablamos de una priorización, la cual es en potencia libre de cada uno, sin embargo, sí que forma parte fundamental la visión social que se tenga de ésta, ya sea de la vida o la muerte. No es que al tratar de hablar de la muerte algún individuo te calle o prohíba hablar de ella, sino, es la omisión misma dentro de muchas culturas, pues aún en occidente podría llamársele tabú. Priorizamos la vida, porque es lo que tenemos "ahora", un presente, y la muerte es pospuesta porque aún podría faltar mucho para eso y no tiene la importancia necesaria para hablar de ella.
Señala Pascal "Es más fácil soportar la muerte sin pensar en ella, que soportar el pensamiento de la muerte". Lo cual, podría permanecer como un pensamiento común respecto de ésta, inclusive, de manera indirecta por parte de las masas. Puesto que anularla u omitirla resulta más cómodo que hablarla, conocerla y entenderla; es fácil entrever que por ser un común la destruirá como algo "malo" o "inadecuado" y no sólo en un aspecto social, es decir, para con los demás, sino, que individualmente la representaremos de esta manera. Ello, provocando un aislamiento del tema y rechazo total.
Para aceptar la muerte, es importante comprender que es parte de nosotros desde que somos concebidos, no es "algo" que llega a nosotros hasta el momento de morir. Estamos tan apegados a ella que pensar que sólo está ahí cuando nuestra vida terrenal acaba es absurdo. Puesto que sin vida no hay muerte y viceversa entendemos que la inmortalidad no es parte de nosotros y que ningún ser es perfecto pues de serlo, podría esto ser parte de. Aun así, la hemos vuelto poco natural, aquello que pasará o que pasa para los demás, pero está todavía muy alejada de mí.
Señalar si el individuo piensa correcta o incorrectamente acerca de la muerte no es el alcance, sino, que razonar óptimamente el motivo por el cual la negamos u omitimos de nuestra vida. Y si es por el querer propio, entender qué nos hace pensar de tal modo y si merece realmente la pena el desecharla de nuestro entendimiento de vida.
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