Los Celos
¿Qué son los celos? Los celos son enfermedad dolorosa del alma, son una bestia oscura y agresiva que avienta mordidas al corazón y lo desgarra, lo desgarra e inunda el pecho con angustia ensangrentada. Los celos son desesperación, son desesperada tristeza, son ira húmeda y fría, los celos contaminan el cuerpo, lo enferman y lo pudren de adentro hacia afuera.
Los celos nacen de una grotesca relación entre el magullado autoestima y el miedo. Son fantasía horrorosa que arde en las venas, son ficción devastadora, una jugarreta cruel de la mente. Los celos son pasado desconocido,son imaginación retorcida, son historias antiguas que creamos a partir de la molestia y el desconsuelo, historias surreales que carcomen desde el interior dolorosas.
Los celos son una piscina cubierta en la cual ,casi intencionalmente, se desliza el cuerpo y cae en ella, la cubierta lo envuelve asfixiante mientras la mente se hunde en el agua fría y turbia. Se hunde sin reparo, sin saber nadar, sin poder nadar, sin realmente querer hacerlo, regocijándose en el ardor que produce el agua dentro de los pulmones, agua que se sale por los ojos, agua que drena la luz mientras colma el pecho.
Los celos poseen una energía monstruosa capaz de destruir imperios, corazones y hogares por igual. Una energía que se desborda por los ojos y la boca y las manos y las piernas. Piernas que sienten unas ganas ardientes de correr lo más lejos posible a toda velocidad y no parar hasta que se salga toda esa repugnante energía. Que se salga por la boca en forma de gritos feroces que surjan de la mera estirpe. Gritos que anulen las voces que gritan las atroces historias entre la frente y la nuca.
Correr gritando, gritar corriendo, hasta que salga todo, hasta que el cuerpo se deseque de esa agua turbia y fría que ha inundado el pecho. Sin embargo no siempre es posible gritar corriendo y correr gritando, a veces toca soltar el cuerpo e intentar mantenerlo a flote en esa alberca repulsiva. Soltar la mente y solo flotar pasivo hasta que la misma mente se distraiga tediosa, no sin seguir humedecida con el hedor de esas aguas podridas.
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